Tribuna  

+ Viajes extremos/ Néstor Soriano Leal

Por historia, tradición o maldición, las carreteras de Veracruz han estado en pésimo estado durante muchos años, ya que han pasado sexenios y sexenios y la situación de las vías de comunicación son deplorables.

En los límites territoriales de Veracruz con algunos otros estados es ofensiva la comparación, tal y como lo podemos observar en el punto denominado el Mohón, sobre la carretera federal número 129 Amozoc-Nautla, entre Teziultán y Tlapacoyan.

Tal parece que hay una línea divisoria, la cual no es imaginaria, donde se puede observar claramente la calidad de la carretera en el lado poblano y en el extremo jarocho; muchos lo han tomado como mofa, pero en realidad es el verdadero ejemplo del estado de nuestras terracerías, mal llamadas vías de comunicación.

Para que nuestras carreteras hayan llegado al extremo de deterioro que tienen, han intervenido muchos factores, como el clima, las temperaturas cambiantes y la falta de mantenimiento, pero sobresale en mayor medida, la corrupción de las autoridades en turno.

Volviendo al punto de la diferencia entre estado y estado, es claro que al tratarse de recursos federales, hablamos de una sola carretera, en el caso de la Amozoc-Nautla, por lo cual es impensable que la federación repare, reconstruya y rebachee, bajo la condicionante de “tramos estatales”.

Si fallan las reglas de operación para este caso particular es porque están fallando también quienes las elaboran y ponen en práctica.

Por situaciones laborales, hace algunos días tuve la necesidad de viajar a la zona de Costa Esmeralda y recordé que habitantes de San Rafael y Casitas se han manifestado por el insultante estado de las carreteras.
Constaté que su estado sí es insultante.También constaté que son motivo de accidentes automovilísticos.
Al llegar a este razonamiento, el de los accidentes automovilísticos, tuve una disyunción, ya que intenté discernir de quién era responsabilidad cualquier percance en este tipo de rúa.
Ya sé que algunos dirán que los accidentes han ocurrido porque las carreteras no son aptas para el tránsito seguro y que los accidentes, son eso, impredecibles, fortuitos e inesperados; además de que nadie se levanta por la mañana pensando como Peña Nieto -¿dónde me voy a accidentar hoy?- obvio no, pero… existe un concepto denominado, prevención, en el que gira otro número finito de variables.

Y esto viene a colación en ese viaje simple, ordinario, a Costa Esmeralda.
Tarde nublada, superficie de rodamiento semi húmeda. Aproximadamente 17:50 horas, ocaso del día.

En esta temporada comienza a notarse el mantenimiento de casas de huéspedes, de descanso, hoteles, restaurantes y congales, pues todos se preparan para la semana santa que inicia el 26 de marzo.

Este ajetreo, se suma al ordinario de todo el año, compuesto en gran parte por la circulación transporte pesado sobre la carretera federal 180, Matamoros-Puerto Juárez.

Llegó el momento de esperar alguna unidad de transporte público en la parada de Monte Gordo para el retorno a Martínez de la Torre.

Razoné: -la carretera está de la chingada; los taxistas son locos; mejor abordo un autobús; así, entre muchos, sentimos menos el madrazo, si es que nos va mal-
Después de más de 15 minutos de espera del bus de marras, no quedó otra opción; arriesgar el físico.

El primero en aproximarse fue un taxi colectivo de San Rafael.
Conductor, cincuentón, obeso, ataviado con chaleco rosa del INE (nunca pude advertir el motivo y tampoco pregunté, porque soy chismoso, pero no tanto).
Dos pasajeros en la parte posterior; un copiloto; me lanzaron junto al copiloto, culeis.

Ahí comienza la odisea. Debo reconocer que todos los conductores de taxi de esta zona traen integrado un sensor de cráteres porque a ojos cerrados los esquivan de manera automática.

Tramo de Monte Gordo al Faro de Nautla, emocionante, porque el viaje extremo consiste en esquivar hoyos sin golpear a los camiones de carga doble remolque, cargados con maquinaria pesada, tubos de acero, contenedores listos para embarcar en los puertos de Tuxpan y Veracruz, y además, ganarle el pasaje a otros chafiretes de la ruta, porque recordemos que nos queda una plaza en los asientos traseros.

El Faro de Nautla, retén militar; la hora exacta se calcula en un momento que todo navegante carretero ha vivido. Es cuando algunos conductores encienden sus luces y algunos más aún no lo creen necesario, porque no es de día, ni tampoco de noche.

Llegamos al tramo de El Faro-San Rafael; aquí se dispara la adrenalina.
El conductor se aferra al volante, intercambia comentarios con sus primeras pasajeras; hablan de correspondencia entregada y faltante; no me incumbe. Más bien sentí que en este momento lo que intentó fue darle confianza y tranquilidad a sus pasajeros por el reto que estábamos a punto de cruzar.

En los primeros metros del tramo, ya se siente el olvido y abandono de las autoridades; y no quiero diferenciar entre federales, porque con estas carreteras sólo han demostrado que les vale madres San Rafael y la gente que viaja por aquí; o las estatales del Gobierno en turno, así como los dos anteriores, que demuestran, corrupción, apatía e ineptitud, en el orden y combinación que se quiera, tanto para las actuales como las anteriores, porque al fin de cuentas, parece que son los mismos.

Sigue la odisea extrema; nuestro conductor evade todo peligro, pocas veces baja la velocidad y mantiene un kilometraje sostenido; normal para los pocos tramos en buen estado, pero exagerado para los cachos que parecen zona de bombardeo; como dije, conocen su territorio y lo dominan, entre los hoyos, pasa sus 4 ruedas utilizando pequeños resquicios.

Imagínese usted lector que debe atravesar un campo minado, sabe que lo debe cruzar con cuidado, pisando suave hasta tener una pisada segura, hasta llegar al otro extremo. Nooo, aquí en este viaje, y supongo que en todos los similares, el conductor va echo madres, e increíblemente no cae a los hoyos: -Este wey tiene pacto con el diablo- pensé.

Curva de El Ojite, delante de nosotros, dos camiones de carga con doble remolque cada uno, camioneta X-trail gris, Tsuru blanco, Tsuru color vino, Toyota Tacoma blanca, todos en línea. Quienes conocen la curva, esperen… quienes no la conocen, les explico. Es una “C pronunciada de aproximadamente un kilómetro de longitud.

Al entrar a la curva ubicada en superficie plana con vuelta a la derecha, es como entrar a la “C” en la punta de abajo hacia arriba.
Don chofer, sin mucha preocupación, lo que significa sin tanta precaución, inició el momento más intrépido de la travesía, estiró un poco el cuello hacia adelante y a su izquierda… no notó riesgo, viró el volante a la izquierda con una mano y se adueñó del carril contrario, que por cierto, en este tramo está en mejores condiciones que el nuestro.

-Ay, ay, ay, ay- exclamó el cabrón porque cayó en un hoyo de esos muy ojetes; le dolió hasta el alma, y me dio un poco de gusto porque me di cuenta que el taxi era suyo y además sí tenía sentimientos; o sea que el wey sí sentía el pinche dolor igual que todos nosotros los mortales.

Seguimos avanzando en la curva; rebasó a los dos Tsuru, luego la X trail y al final a la Tacoma y ahí pensé: -el cabrón va a regresar a su carril porque nos falta rebasar a los dos camiones de carga, 4 remolques en total y dos cabinas, es un chingo; tiene que reorganizar su ataque para rebasarlos; no lo creo tan jijoeputa- …me equivoqué.

Estábamos a la mitad de la “C” el muy desgraciado volvió a estirar el cuello a su izquierda y le metió más al gas. Carguero 1… superado; carguero 2, la verdad no se veía nada hacia el frente, o más bien no tenía visibilidad sobre el carril que estábamos invadiendo.

Quienes han rebasado en curva a la derecha saben que no se ve ni madres en el carril contrario, pero por la divina providencia logró pasar e integrarse a su carril.

San Rafael… concluye el viaje. Entra un sentimiento extraño, no sabía si agradecerle al chofer o mentarle su madre; pero ocurrió lo primero, porque tuve el Síndrome de Estocolmo y además porque el viaje extremo sólo cuesta 25 varios. Para viajes programados, a la unidad le tricen la Treeple con clave 5044.

Aquí entra la controversia. En los accidentes sobre carreteras como ésta, la sociedad responsabiliza a unos y la autoridad a otros, pero en realidad, ¿quién tiene la culpa? El gobierno federal culero; el gobierno estatal inepto; el municipal, incapaz de gestionar y actuar; o los conductores imprudentes, que se sienten temerarios, pero que en realidad son irresponsables suicidas.
Cada quien puede defender su premisa pero en líneas anteriores hablé de la precaución.

Hay muchos conductores que manejan igual que éste, y algunos que manejan mucho peor, y ahí siguen; pero muchos otros, aún con familias y niños a bordo, se pretenden temerarios y las consecuencias han sido fatales.

El estado de las carreteras nos ha invitado a organizar manifestaciones, justas, para muchos, pero que para otros pocos representan una mochada, embute, tajada; así ha sido siempre y así seguirá, porque a río revuelto, ganancia de pescadores.
Igual pasa en la organización de otras manifestaciones.

Ahí está el caso de Citrofrut, donde cada inicio de administración municipal en San Rafael, es obligatorio organizar un movimiento social para acordar la nueva cuota por “permitir trabajar” sin molestias por el tema de contaminación. La tajada alcanza para prensa y gobierno local.

P.D.
A la altura de la Finca La Victoria, pasando la curva de El Ojite hay un poste de alumbrado público que seguramente fue chocado por algún auto y lo derribó; su foco y fotocelda están en buen estado, ya que a la llegada del crepúsculo enciende normalmente, pero a un metro del suelo. Échenle ganas autoridades.